Llevo solo 24 horas en Boston, que
sumadas al jet lag se me han hecho
larguísimas… A lo que se suma el hecho de que hoy es fiesta y no he podido
hacer nada útil. Un lluvioso Memorial Day. Os ofrezco esta imagen tomada en el
Boston Common que ilustra el patriotismo de estas gentes más allá de las
palabras. Si esto es así, no me pierdo los fuegos artificiales del próximo 4 de
julio.
Tras pasear por Harvard Medical School, el Museum of Fine Arts, Northeastern University, Boston Symphony, Berklee School of Music, Boston University, y luego cruzar el Charles
River (un río llamado Carlos, que
diría Dámaso
Alonso) hacia Cambridge para perderme por los campus del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y Harvard, mi primera impresión es que Boston
es una suerte de Alejandría de la era contemporánea. Bibliotecas como templos y
modestos sabios encerrados en sus laboratorios, amparados por mecenas
multimillonarios o por las fundaciones creadas por sus viudas. La tasa de
Nobeles per capita debe ser muy alta
por estos lares, pero lo que se percibe son millones de dólares invertidos en
arte, cultura y, sobre todo, ciencia y tecnología, que es lo que retroalimenta
los millones de dólares. Si no fuera porque hay un homeless pidiendo a la puerta de cada Starbucks diría, con
fundamento, que el capitalismo cobra sentido tan solo con cruzar el charco. Les
falta el famoso faro de Alejandría…
¿o no? Chiquitín y pintoresco, dicen que en la bahía, en Little
Brewster Island, está el faro más antiguo de Norteamérica, que cumplirá
trescientos años el próximo 14 de septiembre.
Pero la idea de este blog es divulgar
ciencia. Don’t worry… Aunque aún no
he entrado en contacto con mis objetivos científicos, en la mesilla de la
habitación de mi hotel en Fenway Park había una copia de la revista “Boston” donde aparece un artículo muy
ilustrativo de cómo la Ciencia forma parte de la estrategia de marketing
turístico de la ciudad. Sorprendentemente, hablan de la vanguardia en
herramientas de Biología Molecular: la aplicación del sistema CRISPR-Cas a la
edición de genomas… Algo frívolo para la mesilla de noche de un hotel, páginas
que en nuestro entorno estarían dedicadas a temas taurinos. Así de friquis son
en la moderna Alejandría.
¿Qué es el sistema CRISPR-Cas? Es
milagroso. Es la panacea: si lo dices varias veces seguidas sin respirar te
quita la carraspera. En primer lugar tiene una importancia capital como gran
descubrimiento para la biología del s. XXI. El sistema CRISPR-Cas es el
“sistema inmunitario” de las bacterias. Resulta sorprendente que organismos tan
sencillos como las bacterias tengan algo parecido a una memoria inmunológica,
pero es así. A-lu-ci-nan-te. CRISPR significa clustered regularly interspaced short palindromic repeats y es el
nombre que tienen unas zonas del genoma de muchas bacterias que es como una
“colección” de secuencias de ADN complementarias a genomas de virus
bacteriófagos. Cuando una de estas bacterias es atacada por un virus y
sobrevive (las bacterias tienen sus propias infecciones: nadie se libra del
ataque de los virus), es capaz de guardarse en estas islas de su genoma un
trocito de la secuencia de ese virus, a modo de “trofeo”. En el evento de una
infección vírica, el estrés hace que la bacteria produce en ristra el repertorio de trocitos de
antiguos virus que guarda en los CRISPRs. Pero lo hace una manera muy
inteligente: los transcribe a RNA antisentido, es decir, los expresa “al
revés”, generando una cadena de RNA complementaria al genoma de los virus. Como
sabéis por vuestra culturilla molecular general, el DNA es una cadena doble,
que se genera por complementariedad de bases A-T y G-C, pero el RNA sólo es
funcional portando mensajes como cadena sencilla. La presencia de una cadena
complementaria a su secuencia generará estructuras dobles que interferirán con
la expresión de los genes del virus, inhibiendo su ciclo replicativo. Pero
además, Cas9 (de CRISPR-associated) es uno entre varios (el noveno) de los
genes cercanos y accesorios a esta colección de trofeos que busca esas
estructuras dobles de RNA y, en caso de que se generen, las destruye. Genial.
¡Que descubran ellos!
Esta frase de Unamuno ha sido sacada de contexto para criticar el carácter
pasivo de la I+D española muchas veces. Pero en este caso parece que la
hubieran debido pronunciar aquí en Boston, o acaso en Berkeley. Quien descubrió
los CRISPRs fue el bueno de Francis Mojica en la Universidad de Alicante,
hurgando en las entrañas de bacterias halófilas de las salinas de Santa Pola, siguiendo
la tradición de Paco Rodríguez-Valera, pionero en el estudio de bacterias
adaptadas a ambientes extremos. Leed la historia (cuando salga en junio) en la
entrevista que Manuel Sánchez Angulo le hizo para SEM@foro, revista de la
SEM.
Sí, ya habíais oído hablar
de los CRISPRs porque el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Ciencias en
2015 fue otorgado a dos científicas: Emmanuelle
Charpentier y Jennifer Doudna, por su descubrimiento y todo el mundo piensa
que en este caso, sí, es la antesala del Nobel. Pero, si el hallazgo lo hizo
Francis poco a poco a lo largo de 20 años, ¿qué han hecho ellas? He escuchado a
Charpentier en congresos y tengo que decir que le falta sal. Debería ir a Santa
Pola de vacaciones. El descubrimiento de estas científicas en realidad es la
parte aplicada de esta historia. Ellas se dieron cuenta de que con un patrón de
secuencia (el RNA de los CRISPRs) y unas tijeras (Cas9) podían cortar el genoma
en una célula viva por donde querían y lo demostraron utilizando bacterias. El
delirio (y la carrera hacia el Nobel) comenzó hace un par de años, cuando alguien se da cuenta del
potencial que esto tiene para editar genomas superiores, como el humano, sin ir
más lejos. Aquí se sube al carro Boston y alrededores.
El prodigioso Feng Zhang,
del MIT, y su colega George Church
(Jorge Iglesias, pasado por el traductor de Google, aunque no es hijo de Julio,
y tú lo sabes... Nada más verle la barba hipster-darwiniana), compiten por demostrar por primera vez
la aplicación de esta herramienta en células humanas en cultivo y comienza un
contencioso de pleitos por la patente, potencialmente billonaria. En medio de
la refriega, Eric
Lander, uno de los gurús del Proyecto Genoma Humano, que tiene la virtud de
que lo que dice va a misa, publica un artículo de
opinión en Cell, ni más ni menos, titulado “Los héroes del CRISPR” que
viene a reconocer a Francis Mojica y Alicante como la cuna intelectual del
CRISPR, como corresponde, en un polémico mapa.
Pero, estando Francis y la investigación básica en
general, fuera de juego para lobbies,
Nobeles y patentes, muchos opinan que el artículo de Lander, a la sazón
director del Instituto Broad donde trabaja Zhang, es una sutil estratagema para
quitar peso a las meritorias damas, Doudna y Charpentier, y poner a su
protegido en la pole position para la
carrera hacia el Nobel.
Así están las cosas.
Church habla, entre otras fruslerías, de usar la tecnología CRISPR para traer
a la vida a los mamuts casi como una realidad inmediata, implantando embriones “editados”
en hembras de elefante asiático. También Propone editar mosquitos para acabar con la malaria. Zhang y Church crearon EditasMedicine con un capital de 163 millones de dólares para curar enfermedades
genéticas usando esta tecnología, empresa de la que se desligó la propia
Doudna, cabeza de Intellia Therapeutics
(bonita web), con 85 millones, mientras que Charpentier parte con 89 milones en
CRISPR Therapeutics. Las tres empresas están ubicadas en Cambridge, Massachusetts, es decir, el entorno Harvard/MIT, aunque
la última, como Emmanuelle es francesa aunque trabaja en Alemania, tiene la
sede en Suiza y sólo una “sucursal” en Cambridge: la moderna
Alejandría… Qué distinto este discurso tan optimista del discurso sereno que
escuché a Lluis Montoliú,
otro excelente científico pionero en el uso de los CRISPRs en España en investigación sobre enfermedades hereditarias humanas quien, sin desdeñar el enorme potencial
del sistema y lo que está por llegar (hasta ahora sólo se ha explotado el
sistema de una bacteria, pero hay ¡cientos!), destaca las enormes limitaciones
que aún tiene en la práctica trabajar con él. La principal es que el sistema
dirige de forma muy eficiente las tijeras Cas9 a una secuencia concreta del
genoma, pero es aún bastante imprevisible cómo la célula va a reparar dicho
corte. Por tanto, es difícil “hilar fino”.
También están los
comentarios apocalípticos, como relata mi lectura de mesilla de noche… David Baltimore, el padre
de la virología moderna, que ya debe tener sus años, puso sobre la mesa en un
reciente congreso el “mundo feliz” de Aldous Huxley, pensando
en que si de verdad es posible en un futuro editar genes a la carta, habrá que
pensarse mucho “cómo y cuándo proceder a una modificación consciente del genoma
humano”. ¿Ciencia-ficción? De momento hay bastante ciencia y bastante fricción,
también… Estaré al tanto para contaros novedades al respecto, ya que estoy de
paso por el ojo del huracán.