sábado, 22 de septiembre de 2012

La vacuna del papiloma: Ciencia, conciencia y paciencia.



Me llega una iniciativa desde Bruselas sobre un concurso entre estudiantes que busca ideas para promocionar y divulgar el uso de las vacunas. Excelente, pero…¿A qué viene esa preocupación en el siglo XXI, cuando Jenner ya pasó lo suyo en el XVIII-XIX convenciendo a la gente de que en la zona ulcerada por la viruela vacunal no les iba a crecer un cornúpeta. Y les convenció… ¡a pesar de no tener ni más remota idea sobre la base científica de aquel milagro!
He aquí un debate paradigmático de estos tiempos que corren en los que los avances de la ciencia se encuentran a menudo de frente a retractores recalcitrantes: las vacunas y, como ejemplo entre ejemplos, la del virus del papiloma humano (VPH), que lleva un tiempo de moda.
Nature publica un suplemento especial estos días sobre lo que ha dado de sí la investigación en este tema. Lo encabeza diciendo que, si bien hay muchos interrogantes abiertos, “es tentador calificar la historia del VPH como un triunfo de la Ciencia, puesto que se han tardado sólo 30 años desde el descubrimiento de que el virus estaba tras la mayoría de los cánceres de cérvix hasta la comercialización de una vacuna. Treinta años puede parecer mucho –o no para los virólogos, pero es un tiempo relativamente corto desde la perspectiva de la investigación del cáncer, por ejemplo, puesto que la clave para prevenir otro tipo de tumores de origen no vírico no parece tan inmediata. 
Por tanto, en el lado de la luz, la comunidad científica, orgullosa de haber generado una vacuna útil en la prevención de un cáncer que afecta a medio millón de mujeres anualmente en el mundo. Eso sí, hay dos vacunas en el mercado producidas por compañías rivales que se tiran de los pelos por llevarse los laureles (y los dólares). PATRICIA prefiere la bivalente a la tetravalente. No, PATRICIA no es una adolescente caprichosa, sino un reciente estudio sobre la eficacia de las dos vacunas (PATRICIA: Papilloma TRIal against Cancer In young Adults). En lo que no se ponen de acuerdo las multinacionales es en lo más urgente… ¿Quién llevará una vacuna tan cara al tercer mundo, donde la mortalidad por esta causa (y otras) es mucho más elevada? Paciencia. 
Pero quedémonos con la gloria científica… Una partícula viral hueca, no infectiva, inofensiva, producida por la ultra-beneficiosa levadura (pan, vino, cerveza, vacunas… ¿Qué más queremos de nuestro pequeño aliado?), pero inmunogénica, es decir, que prepara y estimula a nuestro sistema inmune… Un retrato robot perfecto, que le pone cara al enemigo. Se va a enterar el virus de verdad cuando llegue, chicas. No os pillará desprevenidas: tendréis un arsenal de anticuerpos a su medida.
En el lado oscuro (y oscurantista), las asociaciones anti-vacunas, tan prolíficas en Internet (ver, por ejemplo, la AAVP, muy currada, por cierto). En estas páginas se narran episodios fatales acaecidos a las personas vacunadas que pondrían los pelos de punta al propio Jack el Destripador. Pero la relación causa-efecto entre la administración de la vacuna y la patología subsiguiente en estos casos aislados no es fácil de probar científica ni jurídicamente. A mi bisabuelo Fanfán le dio una trombosis tras recoger la correspondencia en el buzón y, aunque tengo cierta manía a ese tipo de buzones en virtud del trauma infantil que la noticia me produjo, mi pensamiento racional me dice que ambos eventos no guardaban relación (por mucho que el bueno de Fanfán falleciera maldiciendo al servicio de Correos en pleno). No quiero decir con esto que la inocuidad de una vacuna esté 100% garantizada. Hay errores humanos que pueden acaso escapar a los estrictos controles de calidad de la industria farmacéutica y hay misterios de la genética humana aún por resolver que determinan que a cada uno nos afecte de una manera cualquier intervención médica o farmacológica. De hecho, cualquier vacuna puede causar efectos adversos y es frecuente que los causen, si bien leves. La mitad de las vacunadas contra el HPV sufrirán dolor de cabeza, fatiga o dolor muscular, una de cada cuatro náuseas o vómitos y una de cada ocho incluso fiebre. Cada uno con su conciencia, pero la probabilística nos dice que es más fácil morir de un carcinoma de cuello de útero que de estas molestias pasajeras. En fin, cualquier debate es sano delante de un café o unas cervezas, siempre entre amigos… Pero no se os ocurra serviros de desayuno o aperitivo ningún fundamentalismo. Se os puede atragantar.
Si dudáis, preguntad a los científicos. Son despistados y hablan para su camisa, pero saben muchas cosas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola,
Será dificil demostrar la relación entre la administración de la vacuna y la muerte sufrida por alguna de las vacunadas. Pero lo que ya está demostrado es que no sería la primera vez que se retirara del mercado un producto farmacéutico que resulta ser realmente perjudicial. Difícil no significa imposible.
Por eso me parece sospechoso este post pues no muestra el mas minimo atisbo de crítica hacia las farmacéuticas ni de aplicación del principio de precaución.