martes, 27 de julio de 2010

De Arte y Genes

Cuando a los surrealistas se les ocurrió plasmar visiones oníricas en sus lienzos probablemente encontraron cierta oposición en la crítica artística más conservadora. Hoy el surrealismo una etapa indiscutible en el arte del siglo XX, que a partir de ahí comenzó de abstraerse, fundirse con el diseño y, finalmente, aprovecharse de la tecnología: arte digital, instalaciones virtuales, exposiciones on-line en Internet. Y, por qué no, biotecnología o genética. Hablábamos hace poco de la creación de células artificiales o de diseño, vivimos en una expansión tecnológica en que la clonación de muchos organismos es posible, en que podemos navegar por el mapa de genoma humano desde el ordenador de nuestra casa, en la que se está culminando un estudio global de la variabilidad genética de la especie humana, con sus más de 10.000.000 de variaciones por cambios en un solo nucleótido (los llamados SNPs), por mencionar uno de los múltiples tipos de diferencias entre los genomas de cada persona. Hemos visto que secuenciar un genoma completo, que era un proyecto fruto del esfuerzo de cientos de investigadores durante lustros puede hacerlo hoy día una máquina en una jornada. Por supuesto, una vez más la Ciencia avanza más deprisa que nuestra capacidad de gestionarla y hay cuestiones éticas cerniéndose como nubarrones sobre el uso de este conocimiento (explotación comercial de información genética, armas biológicas, clonación o uso de células madre con fines no terapéuticos…). Es difícil que los colectivos intelectuales que tienen acceso a esas tecnologías escapen del control ético que la sociedad ejerce lógica y justamente sobre su ejercicio. Sin embargo, hay una actividad intelectual transgresora por naturaleza, que a lo largo de la historia ha intentando sorprender rompiendo todas las barreras, incluso las morales. Me refiero al arte.
¿Por qué no? ¿No puede utilizar el arte el lenguaje de la vida para expresar emociones? Quizás esta será la revolución artística del tercer milenio: obras artísticas vivas. Esculturas dinámicas, genéticamente programadas. Igual que Theo Jansen crea obras de arte basadas en ingeniería, ¿no será la ingeniería genética una herramienta de los artistas en un futuro? Mientras llegan esos tiempos polémicos, que supongo serán cosa de un par de generaciones, hay apuestas más acordes con nuestro momento de la historia y esto es lo que os quiero contar hoy aquí.
Nadie duda de la estética de la naturaleza, la fuente de inspiración de todos los estilos artísticos en todas las épocas. ¿Qué escultura contemporánea es más bella que la doble hélice del ADN...? Una buena exposición de fotografía científica no tiene nada que envidiar a una buena exhibición de arte contemporáneo. Visita la galería de Nikon Small World y piensa lo fenomenal que quedaría en tu salón cualquiera de las imágenes de microscopía que ahí ves. De hecho, si estas fotografías, en lugar de estar firmadas por científicos anónimos expertos en técnicas sofisticadas muy concretas, becarios de futuro profesional incierto que viven apasionadamente la aventura de descubrir, estuvieran firmadas por artistas de prestigio cotizarían en el mercado del arte a precios estimables. Algo parecido es la apuesta de Geneticphotos, una iniciativa española de reciente creación inspirada en ideas similares procedentes de EEUU, que representa en forma de obra plástica al gusto, sobre un catálogo, un fragmento de la secuencia de ADN del solicitante o bien una huella genética. La originalidad de la creación plástica que se ofrece en Geneticphotos es que implica un análisis genético, de la misma naturaleza de los que se utilizan en criminología, pruebas de paternidad, etc., para generar a partir de él una huella genética propia del individuo o individuos en cuestión y -por tanto- única. El resultado parece arte abstracto, una especie de extraño código de barras de colorines, pero no lo es. Todo lo contrario. Se trata de una representación concreta de los experimentos que utilizan los genetistas en el laboratorio. Incluso se pueden superponer en distintos colores los perfiles genéticos de varios individuos en un peculiar “retrato de familia”, en el que un genetista podría entretenerse definiendo el parentesco de los retratados... Mientras que en un “retrato” de pareja o de amigos, la superposición no daría apenas coincidencias ni solapamientos, puesto que su distinto “pedigree” les asegura variabilidad genética. Incluso se incluye un marcador del cromosoma X que permite saber si el “retratado” en varón o hembra. Curioso, ¿no? Además no duele, porque basta con una muestra de saliva en un bastoncillo de algodón para que los del laboratorio les digan a los diseñadores lo que tienen que plasmar.
Geneticphotos ofrece otro producto peculiar, que es la representación de un fragmento de tu secuencia (pequeñito, que los 3.000 millones de pares de bases de tu genoma no le caben a nadie en el salón) en un gen que contenga un SNP, que te dirá qué haplotipos portas. Y la carta es de lo más sugerente: el gen del amor, el gen del deporte, el de las matemáticas… Claro, si lees la letra pequeña y entiendes un poco de genética, serás consciente de que aparte del valor artístico y el derroche de imaginación que tiene esta idea, la prueba en sí no tiene un valor “diagnóstico”, entiéndase… Es un simple un determinante genético entre cientos, a los que luego hay que sumar los ambientales. Ya sabes, aunque tengas predisposición genética al cáncer de pulmón, si no fumas lo más probable es que no lo desarrolles. Por las mismas, aunque tengas predisposición genética a ser promiscuo en tus relaciones de pareja, si vives en una isla desierta… En cualquier caso, ver una gota de agua de ese océano de diversidad genética impreso en un bloque de metacrilato o representado en un código tipográfico o de colores (un color por cada una de las bases de ADN) impregnado con tu huella digital es peculiar y, sin duda, despertará la curiosidad de las visitas… Si sabes explicarlo, ese es el reto. Pero esto ha sido siempre así… El arte es para el disfrute de una élite que lo entienda.
Feliz futuro.