viernes, 30 de septiembre de 2011

La vacuna contra el HIV del grupo de Mariano Esteban

Si habéis echado un vistado a los medios, os habréis percatado de que la noticia biomédica en España en estos días es el éxito obtenido por el prof. Mariano Esteban y su equipo en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) de Madrid en el desarrollo de una estrategia vacunal contra el HIV (aquí tenéis la cobertura de RTVE, por ejemplo). Los responsables de Cellularium coincidimos con él en un acto ayer de la Real Academia Nacional de Farmacia y pudimos constatar la certeza de las palabras de Bertrand Russell que citamos hace unas semanas: vimos a un hombre de Ciencia satisfecho e ilusionado por los resultados de una apuesta personal cuyo desarrollo ha sido largo y costoso. Por una parte, los medios cubren la noticia con optimismo sobre el futuro de la vacuna, dada la objetividad de los datos mostrados (una eficiencia mayor del 90% en cuanto al desarrollo de inmunidad específica en un ensayo de fase I no está nada mal) y con el orgullo de que un grupo español esté en posiciones tan avanzadas en la carrera por la vacuna frente al HIV (no todo es gastronomía, fútbol, basket, motos y fórmula 1... Aunque la gente no la sabe España también tiene buenos equipos de investigación). Por otro lado, los medios también dejan una impresión de pesimismo respecto a la posibilidad de que sea viable afrontar los costes de los ensayos clínicos de tipo II, la siguiente prueba de fuego.
Debe entenderse que en un ensayo clínico de tipo I, como el realizado hasta el momento, el número de individuos en los que se ha ensayado la vacuna fue tan solo de 24, más 6 que recibieron el placebo. Es suficiente para demostrar la seguridad e inmunogenicidad de la vacuna, pero aún insuficiente para demostrar que la vacuna confiere protección... Aunque la cosa pinta bien.
Eso sí, mientras esperamos unos años más estos resultados (y la subvención necesaria para generarlos), nos queda disfrutar de la mera belleza de la estrategia. Lo que han hecho estos investigadores es lo que se denomina un vacuna viva recombinante. Para ello, simplemente han modificado genéticamente un virus vivo cuya eficiencia como agente vacunal está más que probada: el virus Vaccinia, es decir, el virus de la vacuna de la viruela, gracias a la cual esta enfermedad fue la primera y única hasta la fecha en ser erradicada del planeta. Fijaos que la palabra "vacuna" proviene precisamente del hecho de que Edward Jenner utilizó ya en el siglo XVIII y de manera empírica el virus de las pústulas variólicas de la vacas para inmunizar a las personas. ¡Faltaban más de 100 años para entender qué diablos era un virus, pero la vacuna frente a la viruela ya existía y era segura y eficaz! Pues bien, una variedad de este virus vacunal especialmente atenuado (léase no virulento, seguro) y dócil para su manipulación, llamada Ankara por la ciudad turca del mismo nombre, ha sido modificado genéticamente para expresar cuatro antígenos del HIV de modo que su inoculación en el ser humano produzca inmunidad frente a éste último. Es la misma estrategia que comentamos recientemente fue utilizada en el programa STEP con otro vector viral, un Adenovirus, pero que fracasó por la existencia de inmunidad frente al vector... En el caso del virus de la vacuna de la viruela, cabe prever que la estrategia sería válida al menos en todos los individuos menores de 40 años, ya que no hemos sido vacunados al considerarse erradicada la enfermedad ni, por supuesto, hemos pasado la viruela en ningún caso.
En realidad estos vectores virales se utilizan como "caballos de Troya", pero en el caso del Adenovirus los ciudadanos de Troya (nuestro sistema inmune) se cargan el caballo en cuanto entra, porque se saben el truco y no se fían, mientras que en el caso de los Poxvirus (viruela vacunal) los troyanos son "naive" y se tragan la píldora. Entiéndase que el símil de la Ilíada acaba ahí, puesto que en este caso el objetivo no es tomar Troya, sino que los griegos que van dentro (los antígenos del HIV que Mariano Esteban ha clonado ahí) enseñen a los troyanos a defenderse de males mayores a largo plazo. Otras formulaciones similares ya se han intentado con una misma estrategia similar basada en Poxvirus Ankara modificado, pero hasta este punto no habían sido tan prometedoras como esta.

Muchísima suerte a Mariano Esteban y colaboradores... La necesitan, realmente. El enemigo es muy escurridizo: su capacidad de variar y pillar a nuestar inmunidad por sorpresa por muy entrenada que la tuviéramos es simplemente asombrosa.

martes, 20 de septiembre de 2011

Vacunas contra el SIDA: ¿Es la existencia probada de anticuerpos efectivos una esperanza?

Uno de los temas calientes de la investigación científica en las últimas tres décadas es la lucha contra el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV-1). Las inversiones públicas y privadas han sido multimillonarias y, como resultado, hemos conseguido una terapia antirretroviral compleja y cara que no elimina el virus pero al menos lo mantiene a raya. Demasiado tarde para Rock Hudson, Freddie Mercury y millones de anónimos más. Con ello, no obstante, hemos convertido al SIDA de pandemia en endemia del tercer mundo, con cifras escalofriantes en el África subsahariana (1,8 millones de muertes al año), donde las estrategias de prevención se practican con negligencia o simplemente no se practican y el coste del tratamiento en astronómico para el poder adquisitivo de los seropositivos. La mejor solución sería desarrollar una vacuna eficaz contra el SIDA. Pero si hay un tema peliagudo y doloroso para la investigación biomédica contemporánea, es precisamente este.
En el año 2007, el programa STEP, como se conoce al ensayo clínico más ambicioso y esperanzador hasta la fecha para una vacuna frente al HIV fue interrumpido al constatar que los individuos vacunados eran más proclives a contraer la enfermedad que aquellos inyectados con el placebo. Es un de los jarros de agua fría más importantes que ha recibido la Biomedicina contemporánea. ¿Por qué? En 2009 se constató experimentalmente una sospecha de la que algunos habían advertido ya de antemano. La vacuna del programa STEP se basaba en utilizar como vector vivo recombinante un Adenovirus tipo 5. Se trata de una vacuna de diseño en la cual este virus vivo más o menos domesticado e inofensivo (los Adenovirus causan catarros e infecciones diversas en las mucosas muy raramente graves), fácil de manipular en el laboratorio, se modificaba genéticamente para que expresase los inmunógenos del HIV que habrían de disparar inmunidad frente a una evental infección por este último. La estrategia, además de ser inteligente, había dado resultados prometedores en animales... ¿Porqué no soñar con una vacuna? Pues bien, en algún momento de nuestra infancia la mayoría de nosotros quizás hemos sufrido una infección respiratoria, un catarrillo de tantos, por el susodicho Adenovirus tipo 5. De este modo, tenemos memoria inmunológica para rechazar al vehículo que porta la vacuna, de modo que ésta no es efectiva. Lástima.
Pero parece ser que la Ciencia no tira la toalla, por suerte… Raro es el mes que el Telediario no habla en un par de ocasiones de avances lentos pero seguros hacia una vacuna contra el SIDA. Pero la cuestión no es sencilla. Basta pensar que cualquier vacuna se basa en estimular la producción una memoria inmunológica que produzca anticuerpos específicos frente al virus, bacteria o parásito atacante. Pero no es habitual que el virus, en lugar de contentarse con las mucosas (respiratoria, digestiva, etc.) como es el caso de la mayoría, ataque específicamente a un elemento clave del desarrollo de la propia respuesta inmune, los linfocitos CD4. Sin embargo, la batalla acaso no esté perdida si el sistema inmune está prevenido antes del primer contacto. En su último número, por ejemplo, la revista Science publica dos artículos afines que estudian en profundidad una población de anticuerpos que si se suministran pasivamente (es decir, se suministran a un individuo artificialmente, como los clásicos sueros protectores), previenen el contagio. Cabe esperar entonces que si una vacuna fuese capaz de inducir en nuestro organismo ese tipo de anticuerpos de manera activa, su eficacia sería excelente. Para llegar a estas conclusiones han utilizado técnicas de análisis estructural y genético de última generación, lo que les ha permitido estudiar cómo pueden generarse distintos linajes de anticuerpos (en distintos colores –amarillo, azul, naranja, verde- en la portada de Science de la imagen) que comparten propiedades estructurales capaces de bloquear la espícula del virus, la proteína gp120 (en rojo), la cual actúa como receptor para reconocer a sus víctimas de manera específica, las poblaciones linfocitarias CD4. Muchos grupos trabajan en estrategias para el desarrollo de una vacuna que produzca este repertorio de anticuerpos protectores y, hasta ahora, la enorme variabilidad y capacidad evolutiva del virus han sido el principal problema. Pero estos anticuerpos se parecen a uno ya conocido, el llamado pan-reactivo VRC01, que neutraliza más del 90% de los HIV-1 probados bloqueando de manera precisa el sitio de unión a CD4 en la espícula gp120 del virus.
¿Grandes expectativas? ¿O tan sólo un pequeño paso más? En cualquier caso un buen episodio de este fascinante culebrón de la lucha anti-SIDA, buena causa donde las haya. No se pierdan los próximos capítulos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El científico feliz de Bertrand Russell

Pocos representantes de la cultura en el siglo XX han hecho un esfuerzo tan importante para hacer asequible el pensamiento al ciudadano de a pie como el matemático, filósofo y Nobel británico Bertrand Russell. En su libro "La conquista de la felicidad", publicado en 1930, probablemente el primer y sin duda el mejor manual de autoayuda escrito para el hombre contemporáneo (y digo hombre, porque tanto la visión como la experiencia personal de Russell con el papel social de la mujer, al contrario que el resto de sus opiniones, aún perfectamente válidas, sí han perdido vigencia en nuestros días), reflexiona varias veces sobre cómo la envidiable profesión del científico le acerca a la felicidad. Veo a mi alrededor tantos científicos desengañados, presionados, cabreados y, en definitiva, infelices a la sombra de los recortes en I + D, educación, etc. que sufrimos en estos tiempos de crisis (¿cuándo no hubo crisis?), que creo oportuno, si alguno llega a leer esto, darles una inyección de optimismo recordando alguna de sus citas. Al menos, que no decaiga esa paz y emoción interior que según Russell caracteriza al científico vocacional.
"Entre los sectores más cultos de la sociedad, el más feliz en estos tiempos es el de los hombres de Ciencia. (...) En su trabajo son felices porque la ciencia del mundo moderno es progresista y poderosa, y porque nadie duda de su importancia, ni ellos ni los profanos. (...) Ejerce una actividad que aprovecha al máximo sus facultades y consigue objetivos que no sólo le parecen importantes a él, sino también al público en general aunque este no entienda una palabra. En este aspecto es más afortunado qu el artista. Cuando el público no entiende un cuadro o poema, llega a la conclusión de que es un mal cuadro o un mal poema. Cuando no entiende la teoría de la relatividad llega a la conclusión (acertada) de que no ha estudiado suficiente. (...) Muy pocos hombres pueden ser auténticamente felices en una vida que conlleve una constante autoafirmación frente al escepticismo de las masas, a menos que puedan encerrarse en sus corrillos y se olviden del frío mundo exterior. El hombre de Ciencia no tiene necesidad de corrillos, ya que todo el mundo tiene buena opinión de él excepto sus colegas" (sublime apunte irónico aquí de Russell).
"Las esperanzas puramente personales pueden fracasar de mil maneras diferentes, todas inevitables; pero si los objetivos personales formaban parte de un proyecto más amplio, que afecte a la humanidad, la derrota no es tan completa cuando se fracasa. El hombre de Ciencia que desea hacer grandes descubrimientos puede que no lo consiga o puede que tenga que dejar su trabajo a causa de un golpe en la cabeza" (o pongamos un recorte en los presupuesos para proyectos en su area de investigación), "pero si su mayor deseo es el progreso de la Ciencia y no sólo su contribución personal a dicho objetivo, no sentirá la misma desesperación que sentiría un hombre cuyas investigaciones tuvieran motivos puramente egoístas."
En fin, si esto no os convence, os aconsejo retrocecer 2000 años y leer a los estoicos, que ya trabajaron entonces la autoayuda del intelectual.
Así están las cosas... Prometo que la próxima entrada será por fin divulgación científica. A ver si soy constante y publico una todos los jueves (¡ay!). Gracias por leernos y hacernos crecer con vuestros comentarios.